Conoce y Mejora tu Autoestima
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es la forma habitual de pensar, amar, sentir y comportarse que tenemos con nosotros mismos. Es a través de nuestra autoestima como ordenamos nuestras experiencias.
La autoestima determina el desarrollo de cada individuo. Éstos son algunos de los aspectos en los que influye:
- Condiciona el aprendizaje: aquí reside en gran parte la causa del fracaso escolar. Las ganas de aprender se basan en confiar en uno mismo.
- Supera las dificultades personales: con una autoestima consolidada somos capaces de enfrentarnos a los fracasos y problemas que surjan.
- Fundamenta la responsabilidad: la persona que tiene confianza en sí misma, es la que se compromete.
- Apoya la creatividad: alguien creativo y original es alguien que confía en sus capacidades.
- Determina la autonomía personal: las personas seguras de sí mismas son capaces de ser autosuficientes.
- Posibilita relaciones sociales saludables: respetarse y apreciarse a uno mismo es la base para apreciar al otro.
- Garantiza la proyección futura de la persona: la persona que se valora es la que se proyecta hacia el futuro, con aspiraciones y expectativas de realización.
- Constituye el núcleo de la personalidad: por tanto es la base de muchas de las dificultades o incapacidades de la persona en la vida adulta.
¿La autoestima es innata, nacemos con ella?
La respuesta es no. Es adquirida y se genera como resultado de la historia de cada persona. La autoestima es estable, pero eso no quiere decir que no pueda crecer o bien debilitarse.
¿Qué caracteriza a la autoestima?
Son 3 componentes los que la conforman:
1. El componente cognitivo, son las ideas, opiniones, creencias, y cómo procesamos la información. Es el llamado autoconcepto, la opinión que se tiene de la propia personalidad de uno y de lo que hace. Respecto al autoconcepto, gran influencia tiene el lenguaje interno, la manera en que nos dirigimos a nosotros mismos. Estas verbalizaciones internas, autoinstrucciones, que nos damos a nosotros mismos tienen un gran poder sobre cómo nos sentimos posteriormente. Es importante entrenarnos en darnos mensajes más positivos sobre nuestra valía. En este aspecto estamos muy influidos por los modelos que tenemos en la primera infancia.
2. El segundo componente es el afectivo, es sentirse a gusto o disgusto consigo mismo. Es un juicio de valor sobre nuestras cualidades personales, sobre lo que hay de positivo y de negativo de nosotros mismos. Ninguna persona puede estimarse a sí misma si no se ha sentido amada (aunque aquí podríamos hablar largo y tendido de la resiliencia). La ausencia de afecto en las edades más tempranas genera inseguridad, trastornos del apego y patologías graves. La experiencia familiar por tanto es determinante. Como dice Eric From: «Sólo en contadas ocasiones nuestra cultura trata de aprender el arte de amar; dedicamos todas nuestras energías a otras cosas y muy pocas a aprender el arte de amar».
3. Y el tercer elemento es el conductual, la intención y decisión de actuar, de realizar un comportamiento coherente, es la fase final. Por medio de esa conducta buscamos la autoafirmación de la propia valía ante uno mismo y ante la opinión de los demás. Educar a los menores en responsabilidad hace que les demostremos una confianza en ellos mismos respetando sus errores. Educar en la creatividad hace que apoyemos las características propias de la persona, la originalidad, como ser único en el mundo.
Personas con baja autoestima
Las personas con baja autoestima normalmente son personas con experiencias traumáticas, «heridas sin curar». Suelen ser experiencias de rechazo o invalidantes, especialmente acontecidas en la primera infancia y adolescencia, momento en el que se conforma la identidad y el concepto que se tiene de uno. Estas personas suelen percibir el dolor de manera más intensa que aquellas personas que tienen una autoestima positiva, y ante cualquier conflicto, discusión o problema, tienden a percibirse a sí mismos como culpables, menos capaces, achacándose la responsabilidad de lo sucedido a su persona, sintiéndose muy heridos emocionalmente.
A destacar… el papel de la familia
Para terminar, me gustaría destacar de nuevo el papel fundamental de la familia como principal configuradora del niño, seguida por la escuela, instituciones sociales, etc.
Todos los días lo veo en mi consulta que el ser humano, el niño, necesita que le impulsen, que le den ese ambiente validante para desarrollarse plenamente y confiar en sí mismo.
Para que el niño crezca sano mentalmente y sea una persona estable y segura de sí misma necesita el reconocimiento. El reconocimiento consiste en lo que en el Análisis Transaccional llaman caricias. Las caricias son condicionales, refuerzos que obtenemos por algo que hacemos bien. Y caricias incondicionales, que son esos refuerzos que recibimos sin haber hecho nada a cambio, porque sí. La valoración incondicional es sentirse amado siempre, pase lo que pase. Ambas son necesarias, pero esta última es imprescindible para un buen desarrollo de la autoestima.
La familia tiene la responsabilidad de otorgar al niño un modelo favorable para el crecimiento de la autoimagen positiva. Educar es, sobre todo, promover la autoestima.