Supera la Procrastinación: Estrategias Efectivas

Procastinación

 

El día 25 de marzo se celebra el día mundial de la procrastinación. Esto nos indica que, si se celebra un día para concienciar sobre ello, es algo que les sucede a muchas personas.

Pero es frecuente que no terminemos de comprender ese término que nos suena tan extraño y difícil de pronunciar.

¿Procrastinar es lo mismo que ser vago, que sentir pereza?

En las siguientes líneas tratamos de conocer más este término de moda.

¿QUÉ ES LA PROCRASTINACIÓN?

Habitualmente en terapia tenemos personas que se quejan de no conseguir ponerse con algo, de dejar todo para última hora, de no hacer las cosas cuando toca…

Y en esta sociedad en la que asociamos éxito a productividad, achacamos esa falta de productividad a que somos vagos, perezosos, desorganizados… Pero no se trata de eso.

Procrastinar explicado de forma sencilla es dejar para mañana lo que se supone que deberías estar haciendo hoy. Dejarlo para lo último, pero además sustituyéndolo por una actividad que te haces creer que es más importante. Cualquier cosa: poner una lavadora, ordenar la casa, perdernos en las redes sociales diciéndonos a nosotros mismos que ahora me voy a poner…

A veces sí sentimos pereza o pocas ganas, pero no tiene pinta de ser la causa de la procrastinación.

PERO, ENTONCES ¿POR QUÉ PROCRASTINAMOS?

Vamos a tratar de comprenderlo desde la propia biología.

Hay una pequeña lucha, una batalla entre dos áreas de nuestro cerebro. ¿Cuáles son?

El lóbulo frontal (esa zona interna a la altura de la frente) y la amígdala (esa zona pequeñita pero muy en el centro de nuestro cerebro).

La amígdala, ubicada en el Sistema Límbico, es una de las primeras zonas en desarrollarse y tiene que ver con la gratificación, con el placer, con el sistema de recompensa, lo que quiero realmente y que quiero ya, además, sin demora. Y con los recuerdos y las emociones asociadas.

Y el lóbulo frontal es el que se encarga de las decisiones más racionales, del juicio, de regular nuestro comportamiento, de controlar nuestros afectos e impulsos que vienen de ese Sistema Límbico.

Y lo más curioso, ¿sabéis qué es? Que el córtex prefrontal no termina su maduración hasta el principio de la edad adulta (década de los veinte años). De ahí que los adolescentes tengan más dificultades para el razonamiento y el juicio y se dejen llevar por la impulsividad, y la parte emocional.

DESMENUZAMOS LA PROCRASTINACIÓN

Procrastinar está lejos de ser vago, o flojo, o perezoso.

Tiene más que ver con otros aspectos:

  • Tiene que ver con que, en mi vida, el deber y el disfrute no están en un equilibro, con que me estoy exigiendo hacer algo que realmente no tengo una motivación para hacer. Por ejemplo, los jóvenes que continúan sus estudios porque les obligan o porque toca, sin encontrar una motivación interna.
  • Tiene que ver con un fallo en la capacidad de regulación emocional, con dificultades para tolerar emociones difíciles. Por ejemplo, tener miedo a enfrentarme a lo que «tengo» que hacer, quizá me siento menos capaz, me siento inseguro ante esa tarea… Y nos colocamos en una posición evitativa para no enfrentarnos a esa vulnerabilidad que nos hace sufrir.
  • Tiene que ver con el perfeccionismo. Suelen ser personas muy autoexigentes que se mandan mensajes duros a sí mismos y que, como sienten que no van a alcanzar ese nivel de exigencia, no lo intentan.
  • Tiene que ver con que directamente necesito descansar. El descanso no es un premio, es una necesidad que tenemos que escuchar y atender todos, que necesitamos todos.

Y, ¿QUÉ HACEMOS ENTONCES PARA NO PROCRASTINAR TANTO?

Debemos preguntarnos cuál es el verdadero motivo para que estemos procrastinando. Nos solemos quedar en niveles de pensamiento superficiales, cognitivos, sin profundizar en lo emocional, que es lo que realmente nos está movilizando.

Es importante cuidar nuestro diálogo interno, la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos, generalmente de forma despreciativa, pesimista, sin confianza en nosotros, y juzgándonos permanentemente. Qué nos estamos diciendo a nosotros mismos: «no voy a poder», «si total no voy a llegar», «siempre me pasa lo mismo» … Tratar de tratarnos mejor: «soy capaz», «no es tan trágico», «puedo hacerlo si me pongo» … si lo verbalizamos en voz alta, lo hacemos más consciente.

Debemos chequear nuestra autoestima, casi siempre relacionada con esto o, por el contrario, el exceso de ego.

Muchas veces ayuda hacer una planificación más realista: si tengo una tarde por delante, voy a encargarme de hacer una tarea, la que sea, pero no planificar cinco y luego sentirme frustrado y culpable por no haber llegado a ellas. Dividir en pequeñas tareas esa tarea también ayuda a enfrentarlo paso a paso de forma más realista.

Importante alimentar a la amígdala, como decíamos, encontrar un goce, algo agradable dentro de la tarea difícil que tengo que hacer, endulzarlo con algo que nos guste. Por ejemplo: estudio, pero luego me veo una serie, quedo con mis amigos, o me cuido de alguna manera que realmente me satisfaga. Pero eso viene después, la recompensa, la gratificación, tiene que venir después, así entrenamos al lóbulo prefrontal.

No centrarnos únicamente en lo malo de la tarea, si no tratar de verlo con una perspectiva: tu vida continua, mira más allá, este nivel de estrés que estás experimentando ahora va a terminar.

En casos quizá más serios, en las problemáticas que conllevan inestabilidad emocional (como los Trastornos Límite de Personalidad, en adolescencias más galopantes, o Trastornos de la Conducta Alimentaria, por ejemplo), la meditación y técnicas asociadas como el Mindfulness, donde se entrenan las Habilidades de Conciencia, pueden ser consideradas como un abordaje dirigido a incrementar el control cognitivo prefrontal.

Las Habilidades básicas de Conciencia son muy efectivas en programas con adolescentes para aprender a:

  • Observarse correctamente a uno mismo y a los demás.
  • Incrementar el equilibrio de la propia mente.
  • Tomar conciencia plena de lo que uno siente ayudando a ser más reflexivo.
  • Reducir el sufrimiento emocional.
  • Tomar decisiones desde el equilibrio emocional o disminuir la reactividad.

Esperamos que hayas podido acercarte un poco más y de forma más profunda al concepto de procrastinación. De este modo, habrás podido percibir que el trabajo con esta problemática va más allá que simplemente mejorar nuestra planificación diaria.

Si crees que tienes que trabajar sobre ello, puedes contactar con nosotras.

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